En las aulas universitarias siempre hay una gran cantidad de alumnos que lo único que quiere es terminar de estudiar y salir al mundo laboral... Se sienten dueños del mundo: jóvenes, con toda la energía encima y la errada idea de que lo saben TODO.
El golpe con la realidad es a veces, duro, otras veces, más sencillo; dependiendo del nivel de facilidades del joven que está empezando. Ok. Perfecto. Vemos en Facebook las fotos de la gente feliz en la oficina, abrazándose durante una reunión de camaradería o intercambiando regalos en Navidad. En twitter es casi lo mismo: mensajes sobre lo bien que les va y los éxitos que van logrando...
Las banales páginas de algunos diarios nos presentan, con frecuencia, tips para ser mejores profesionales: "Las 5 cosas que debes evitar hacer frente a tu jefe", "las 10 frases que nunca debes decir en el trabajo", "las 7 formas de salir de la rutina en la oficina". ¿Les suena familiar?
Pero, las relaciones con los compañeros, y sobretodo, con los jefes, son más complejas de lo que se imagina un recién egresado. En TODOS los trabajos hay envidias, luchas de poder, cartas bajo la manga, favoritismos y hasta cierto punto, discriminativas clases sociales/laborales.
Nadie se atreve a advertirnos que la gente es egoísta, que cada quien busca su conveniencia y que la justicia es sólo DIVINA.
No quiero ser pesimista, pero creo que si los profesores universitarios y también desde los colegios, contribuyéramos a enseñar sobre la realidad, ayudáramos a nuestros alumnos a aceptar que vivimos en un mundo completo, imperfecto y gris (no blanco, ni negro, sino GRIS), las cosas serían más sencillas para todos.
Una de las virtudes que le falta a esta sociedad es, definitivamente, la de la sinceridad.
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