28 dic 2014

Eso que llaman apego...

Dicen que no debemos sentir cariño hacia lo material... que debemos ser capaces de valorar las cosas que tenemos pero no sentirnos vacíos si nos hacen falta... las cosas son pasajeras, se malogran, se rompen y se desechan. Punto final.

Para variar y como en muchas situaciones, la llamada sabiduría popular no siempre es cierta y que tire la primera piedra quien no ha sentido algo especial por un juguete de la infancia, un regalo significativo o hasta una propiedad que encierra recuerdos imborrables.

Y es que las sensaciones que nos generan los objetos no son a causa de su valor en soles o dólares. Se basan en las experiencias que vivimos al lado de ellos o en los gratos instantes de vida que nos regalaron.

Es extraño pero esta vez tengo que despedirme de mi primera computadora personal... aquella laptop que viajó desde el viejo continente hace 6 años para acompañarme en un viaje al sur del mundo. Fue un esfuerzo de mi madre que nos permitió comunicarnos cuando ambas estábamos lejos de nuestro terruño, cuando nos necesitábamos para compartir anhelos y desatar largas conversaciones. Mi Dell fue el objeto más preciado que me llevé a Chile cuando estuve de intercambio y con los años descubrí que era tan guerrera como yo.

Su teclado soportó el chocolate caliente de mi abuela hecho por mí, las lágrimas de desfogue cuando hacía catarsis, las videollamadas con mi esposo ausente desde provincia y las horas de locura académica escribiendo mi tesis de licenciatura y craneando mis posteriores clases universitarias.

Pero eso no es todo. Aunque les suene increíbles, además de sus viajes, este aparatito ha soportado innumerables caídas algunas de mis manos y otras desde las de mi nana y mi sobrino, quienes han hecho - literalmente- lo que han querido con las teclas y la pantalla. 

Yo ya tenía planeado reemplazarla porque su aspecto, tras tantas batallas, no es el de una computadora normal. Pero la verdad es que me resistía al cambio: tiene mucha información, muchos recuerdos y sobretodo, en las tiendas por departamento no venden la marca de esta, mi primera laptop. Sin embargo la navidad generó en mi esposo un ánimo de búsqueda implacable y tras abrir mi regalo y sorprenderme porque se trataba de una Dell, me confesó que demoró mucho en encontrarla. Dell es mi lovemark en cuanto a computadoras y lo digo sin miedo porque no me han pagado ni un dolar por escribirlo.

Hoy las laptops han sido desplazadas por instrumentos más amigables de manejar como los smartphone a toda hora disponibles y las tablets, cuyo valor utilitario también considero interesante. Pero especialmente por eso, creo que es sumamente especial ese momento en el que enciendes tu computadora personal, aquel objeto al que le tienes cariño y le agradeces porque es de demasiada ayuda al momento de elaborar tu tesis de maestría, o porque atesora todas las fotografías de las travesías divertidas que te has regalado.

Nunca pensé que tendría que despedirme de una laptop y que eso me haría sentir diferente, pero así son los objetos. Sentiré esa nostalgia hasta que me acostumbre a las teclas nuevas y al Windows 8.
Cariños!