8 nov 2010

Al final del día

Escribo mayormente en este blog, diminuto grano de arena dentro de la inmensa playa que es internet, sobre las ansias de escribir y sobre las vicisitudes de la vida; esas que a veces pasan inadvertidas.
Escribo a veces huyendo de los recuerdos de niñez, de las historias de la abuela que ando recopilando en unas hojas de Word que un día espero se conviertan en un libro. 

Escribo cuando no estoy devorando un libro o cuando la Biblia no me llama a abrirla. Sí, después de muchos años estoy leyendo la Biblia. Pero no soy una mujer religiosa. A ser verdad, no soy nada religiosa. Soy quizá de aquellos que mantienen su fe dentro del corazón y para sí mismos. 

Debo admitir que la Biblia es un libro interesante a más no poder. Un reto para cualquier lector principiante que suele cansarse ante frases repetitivas, ante alusiones y descripciones demasiado largas o demasiado cortas. 

Digo que tengo fe propia porque a escasos metros la llama de una vela alumbra mis cuatro paredes. Y no es cualquier vela. Es una que viene del lugar en el que supuestamente habría muerto María. Es una vela que me envió alguien muy importante en mi vida. Y que encendí hoy porque todos los líos de estas 24 horas merecen ser difuminados en el fuego de una vela blanca especial. Quizá mis rezos lleguen más rápido de esa manera.

Eso es todo. 

Esta es la canción de hoy, un incomparable clásico de Alice in Chains.


La mierda y ella

Esta es la segunda catarsis que escribo y lo hago después de mucho tiempo...

En este ambiente de trabajo se ve de todo, pero sobretodo, se ven chismes. Cuando los chismes no pasan de ser más que eso, (puros rumores entre un grupo determinado de personas), no causan mayor problema. Y con lios menores. Me refiero a malas caras, personas que no te saludan y jodas laborales. Pero son solo ese tipo de obstáculos con los que ya he aprendido a vivir.

Sin embargo, hay una clase de persona a la que todavía no sé manejar. Son sobretodo mujeres. Mujeres que no tendrían porqué envidiarme, mujeres que inclusive, ganan más que yo. Pero que de igual forma se esmeran en hacerme la vida imposible mientras sonrien a medio mundo y se lucen como las más angelicales criaturas.

Ella es así. Ella es una señorita que aparentemente cree que yo le quiero quitar su puesto y que, para hacer todo lo que hace, me considera una real amenaza. Sólo debo decir que no lo soy, que no me interesa serrucharle el piso, que mucho menos quiero dejarla mal. Eso lo hace ella sola con sus comentarios y con su poco nivel de léxico y gramatica.

La cuestión no es ella, la cuestión no soy yo. La falta es que ella se la pasa diciéndole a medio mundo que yo le ocasiono problemas y que no la llevo porque quiero su puesto. Eso se llama manipulación. Eso significa que ella quiere que la gente tome parte y que se ponga de SU parte. Cuando considero que los problemas en la oficina se arreglan de a dos. Uno no anda contándole a medio mundo que discutió con tal o con cual. Uno ignora a quien le causa daño y cumple con su trabajo.

Pero ella. Ella... ella les sonríe a todos, se pone a llorar y dice que yo le tengo antipatía. Y sí, le tengo antipatía pero porque ella se lo buscó. Porque se dejó llevar por chismes y de pronto dejó de dirigirme la palabra. ¡Y ahora ella se queja de que no la saludo!

Ella anda murmurando por las esquinas que yo la trato mal. ¡Ella! ¡Ella que me exigió que le dejara algo frente a otro conductor! ¡Ella que me gritó como ningún jefe lo ha hecho antes!

No sé si la justicia exista. Si es que existe, la gente se debería ir dando cuenta que quien es leal a sus principios no anda ensuciando a la competencia porque teme ser reemplazado. Lo que pasa es que la mayoría no es leal a sus principios. La mayoría no sabe lo que vale, no cree en sus capacidades y se asusta ante la primera persona que considera su competencia. La pisotea y así acaba mucho más rápido, con mucha más facilidad, con mucha más mierda.

El poder del cambio

Cambiamos constantemente. Los seres humanos estamos acostumbrados a los cambios y para algunos, el vuelco total se presenta como un reto, como algo nuevo que afrontar.

Estos cambios, (dicen quienes estudian el karma y el tan mencionado destino), son para que la energía estancada y acumulada fluya de nuevo en otra dirección. Hace mucho que los colores que emanan de mi aura eran los mismos en toda ocasión. Pero quizá las cosas cambien. CAMBIAR. CAM-BI-AR. C A M B I A R.
A veces me suena a caviar.