Sobre unas lomas que se hacen llamar Las Lomas de San Andrés existen muchas casitas similares. Todas tienen el techo en forma de triángulo y están pintadas con colores diferentes pero muy recatados. Los autos que pasan por aquí son todos nuevos o casi nuevos y alrededor de las casas hay mucha vegetación. Este es un barrio residencial y aquí hay muchas casas para estudiantes. En una calle cuyo nombre todavía no recuerdo estoy yo.
Mi cuarto, que tiene poco más de un metro cuadrado no tiene más que una cama y conexión a internet, pero no se me presenta austero y tampoco incómodo. Para llegar a la universidad tengo que caminar casi unas dos cuadras y luego subir la Colina de Pony (ese es el nombre que le he puesto a una subida empinada), doblar a la izquierda y entrar a mi nuevo lugar de estudios.
Pero cuando uno viaja a otro país, también está la gente, las monedas y las palabras raras. Estas personas hablan castellano, pero en una versión más sureña que la peruana. Además, no son tan extraños como dice la mayoría de personas en Perú. Estos seres hablan cantando y se comen las “s” de las palabras. Pero me han ayudado a llamar por teléfono, a ubicar salidas en el aeropuerto y a aprender a usar las monedas y billetes. Porque aquí nadie usa 1 sol, los valores tienen más ceros.
Mi hermano dice que me han tratado bien porque no parezco peruana. Sin embargo, cuando me han preguntado de dónde soy no he tenido miedo en responder y sus rostros no han cambiado para nada. Aunque sí. Quizá estaban sorprendidos.
El hijo de los dueños de esta casa no se quedó callado. Nos dijo que él no pensaba que las peruanas fuéramos así. Por falta de confianza y por no querer parecer inquisidora no le pregunté qué significaba así. En ese momento, el padre de este chico nos dijo que él coincidía con su hijo, que los peruanos que había conocido eran muy oscuros y tenían cara de estar siempre tristes, dolidos.
El clima aquí es otro. Aunque en la capital de este país hacía mucho más frío, aquí se siente bastante aire y es helado. El agua es también casi glaciar y siempre parece que fuera a llover. Definitivamente este es un país más desarrollado porque los centros comerciales y demás lugares públicos cerrados tienen calefacción. Aunque las casas como esta conservan un aire de antigüedad porque tienen una estufa a leña.
Todavía no va a empezar la universidad, así que me quedan dos semanas para conocer este lugar. Me falta ir al centro y también recorrer con paciencia el Mall. Ah! Y Claro que me falta hacer algo. Porque en este sitio hay una reliquia peruana que no puedo dejar de ir a visitar.
La vista desde mi ventana
1 comentario:
Me da mucho gusto que hayas llegado bien a Concepción, disculpa por no haber ido a despedirte solo que estaba con gripe (no la AH1N1 aunque si lo pense jaja). Espero que en esta nueva etapa te vaya muy bien, Te seguiré leyendo tu blog.
Un abrazo, Shebas
PDT: Ya comencé el proyecto de la revista.
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