23 jul 2009

Este vacío que llevo en el pecho

Es la tercera vez que intento escribir este post. No sé si existan palabras que expliquen todo lo que siento, pero ahí vamos…

Desde hace una semana habita en mi algo extraño y nuevo; una sensación que nunca había sentido antes y que no es muy bienvenida. Es como si dentro de mi pecho existiera un vacío muy grande y profundo que está siempre presente pero en ocasiones golpea muy fuerte. Es un dolor en el corazón. Es que he dejado mi corazón en Lima y si bien estoy viva porque sigue latiendo, no tiene nada dentro, está vacío.

Amar a la distancia es uno de los temas más discutidos cuando se habla de cosas de parejas. Si es posible que funcione o si es algo que mantendrá felices a cuatro. Yo siempre he pensado que depende de ambos, de que se siga alimentando y de que ambos estén de acuerdo en esperar, esperar y esperar a volver a verse.

Yo no tengo la menor duda que voy a esperar. Cada cosa que veo, cada sensación o curiosidad de este nuevo país (como que no comen canchita salada), me hace falta compartirla con esa persona especial que me entiende y me regala sonrisas gratis.

Tengo sus fotos en mi pieza y sus canciones dando vueltas en la laptop, una tras otra. Yo me muero con él si se mata, lo amo a pesar de que es parte de un ejército loco, sé que necesita que lo emparche un poco, y a pesar de que no es un gran poeta ni un gran artista para mí lo es todo. Y siempre escucho tres notas porque esa es nuestra historia de principio a fin. ¡Ah claro! Y siempre el Chipy Chipy porque él me enseñó a no entender a Charly García, solo a disfrutarlo.

Uno nunca sabe cuánto es capaz de extrañar hasta que está en una situación de estas. Esto, no se lo deseo a nadie, porque hay ocasiones en que lloras, lloras y lloras y nunca logras vaciar toda la pena, todo el vacío que llevas dentro. Yo sí lloro, acurrucada en la cama o frente a la laptop que me muestra su imagen borrosa. Pero lloro sola, porque es una pena que no tiene cura, que por más palabras no se disipa.

Sé muy bien todo lo que me pueden decir: que esto es una prueba, que es una oportunidad para mi carrera, y tantas cosas. Lo sé muy bien y por eso estoy aquí, pero la tristeza nada me la quita y la esclavitud y devoción que ahora le tengo a esta computadora se hace cada día más fuerte, por saber de él, por escucharlo o por lo menos poder leer sus pensamientos. Sin querer esta adicción a escribir se la estoy transmitiendo sólo con la finalidad de poder contarnos la vida.

Sí, cinco meses no es nada. Pero… cómo duelen los minutos.


Tres notas - Audi

1 comentario:

Sebastian Ortiz Martínez dijo...

Sé que se siente. Es fatal. Ya sea un vacío en el corazón o en la boca del estómago (y no por hambre) sino porque sabes que algo te falta y es esa persona especial. Pero la distancia tbn hace que quieras más.

Éxito en este camino