28 jul 2009

Fiestas Patrias... aunque no estoy en mi país

Si estuviera en mi país, hoy nos habríamos saludado por 28. Quizá me hubiera gustado desayunar tamales y estaría esperando a que mi novio termine de hacer sus faenas con Alan para que venga a almorzar con nosotros.

Si Mela estuviera también en Lima, habría organizado un gran almuerzo. Quizá una chorizada, que para ella era comprar todas las clases posibles de chorizo y cocinarlas a la parrilla. Parrilla que no era parrilla pero que era una sartén que cocinaba como si fuera parrilla. El almuerzo lo hubiera acompañado con varias ensaladas y por supuesto el chimichurri, ese que me enseñó a comer con el pollo a la brasa.

Aquí hay pollo a la brasa, pero no me atrevo a probarlo. Sé que no será igual, sé que quedaré decepcionada y extrañaré más a mi país.

Mañana por la mañana vería la parada militar, si es que hubiera. Esperaría con ansias reconocer por allí a mi caballito o quizá a mi Chinito. Pero no hay desfile y tampoco televisión peruana en Chile.

Sí, las raíces se extrañan, mucho más cuando uno está lejos. La comida y la sensación de que todos viven Fiestas Patrias a su manera.

Después de almorzar hubiéramos salido a caminar, aunque como es natural, él hubiera estado tan cansado que hubiera preferido ver una película en la casa. Mamá, ella hubiera abierto una botella de ron y nos hubiera impulsado a celebrar. Nunca fue tacaña con nada y menos con las celebraciones.

De lonche hubiéramos comido torta, con una inscripción que dijera ¡Felíz 28! Y yo hubiese disfrutado de un café y un cigarro sentada en la sala de mi casa. Hoy… esta no es mi casa y no puedo fumar ni en mi habitación. Maldita costumbre!

Hoy es 28. Pero todas las personas que aparecen en este breve texto están en diferentes lugares del mundo, algunos más cerca, otros más lejos. Me hubiera encantado poder celebrar con pisco sour, pero que sea peruano en este lugar es un poco difícil. Me conformo con que en esta pequeña ciudad existan 4 restaurantes peruanos. Lo malo (para mí) es que son costosos. Al menos la comida peruana se hace respetar. Entonces solo me queda hacer que Eva Ayllón rompa las ventanas de esta casa para escabullirse como el frío por todos los rincones de este vecino país. Felizmente la música en Ares es gratis.

Y a mis amigos peruanos, tómense un trago por mi hoy y coman algo muy rico! Feliz 28 a todos.




El Tamalito - Eva Ayllón

27 jul 2009

Curiosidades de este país


Desde que llegué, hay algunas cosas que por más pequeñas que puedan ser, hacen que uno note que este es otro país, con otras creencias, prácticamente otro mundo. Aquí va mi primer listado.


1. Los enchufes tienen tres huequitos. Me han dicho que uno de ellos es la conexión a tierra. Sólo algunos de nuestros enchufes entran en los dos orificios, pero para la laptop por ejemplo tuve que comprar un adaptador.

2. El azúcar no endulza nada. Eso es porque no es de caña, pero nunca recuerdo de qué la hacen.

3. La sal no es tan salada. Y no sólo eso, la comida no es muy condimentada, entonces sabe muy diferente. No hay nada como la comida peruana.

4. No comen canchita salada. Los vendedores de palomitas de la calle solo venden canchita dulce, y no parece porque no es muy marrón. Y dicen que en el cine solo se vende canchita dulce. Cuando le preguntamos al chico que vive aquí, nos dijo que las palomitas saladas eran horribles. ¡Está loco!

5. No hay muchos teléfonos públicos. La mayoría están solo en el centro de la ciudad y se comen tus monedas.

6. No en todas las tiendas puedes recargar el saldo del celular. Básico. En Perú puedes recargar en cualquier parte pero aquí, de tres tiendas cercanas a la casa, por ejemplo, solo la más lejana te hace recargas virtuales.

7. No hay muchos lugares donde cambiar dólares. Es más, en el centro comercial solo cambian dólares los bancos y en el centro de la ciudad solo las casas autorizadas. Aquí no hay cambistas.

8. Para hacer llamadas internacionales, se debe marcar un carrier antes del código. Hasta ahora no sé que es un carrier pero existen muchos aquí y cada uno tiene una tarifa diferente. Yo me he aprendido el más fácil: 181, me cobra 230 pesos a Perú.

9. Aquí hay muchas tribus urbanas: los pókemon, los flaite, etc. Los pókemon son algo parecidos a los punks en Perú, pero con algunasw características diferentes. Y los flaite son los achorados.

10. El billete de 2mil pesos es indestructible. Sí, puedes desquitar tu odio contra él y no le pasará nada. No se rompe, no se moja y si te lo olvidaste en el pantalón y en casa lo lavaron, después puedes recuperarlo limpio y con un rico olor.

11. Creen que todos los peruanos somos unas aceitunas, por el color de la piel. Además dicen que todos tenemos cara de adoloridos.

12. Creen que el Huáscar es suyo, y… lo que es peor…

13. Creen que el pisco es chileno y dicen que el nuestro es aguardiente! Dah!!

23 jul 2009

Este vacío que llevo en el pecho

Es la tercera vez que intento escribir este post. No sé si existan palabras que expliquen todo lo que siento, pero ahí vamos…

Desde hace una semana habita en mi algo extraño y nuevo; una sensación que nunca había sentido antes y que no es muy bienvenida. Es como si dentro de mi pecho existiera un vacío muy grande y profundo que está siempre presente pero en ocasiones golpea muy fuerte. Es un dolor en el corazón. Es que he dejado mi corazón en Lima y si bien estoy viva porque sigue latiendo, no tiene nada dentro, está vacío.

Amar a la distancia es uno de los temas más discutidos cuando se habla de cosas de parejas. Si es posible que funcione o si es algo que mantendrá felices a cuatro. Yo siempre he pensado que depende de ambos, de que se siga alimentando y de que ambos estén de acuerdo en esperar, esperar y esperar a volver a verse.

Yo no tengo la menor duda que voy a esperar. Cada cosa que veo, cada sensación o curiosidad de este nuevo país (como que no comen canchita salada), me hace falta compartirla con esa persona especial que me entiende y me regala sonrisas gratis.

Tengo sus fotos en mi pieza y sus canciones dando vueltas en la laptop, una tras otra. Yo me muero con él si se mata, lo amo a pesar de que es parte de un ejército loco, sé que necesita que lo emparche un poco, y a pesar de que no es un gran poeta ni un gran artista para mí lo es todo. Y siempre escucho tres notas porque esa es nuestra historia de principio a fin. ¡Ah claro! Y siempre el Chipy Chipy porque él me enseñó a no entender a Charly García, solo a disfrutarlo.

Uno nunca sabe cuánto es capaz de extrañar hasta que está en una situación de estas. Esto, no se lo deseo a nadie, porque hay ocasiones en que lloras, lloras y lloras y nunca logras vaciar toda la pena, todo el vacío que llevas dentro. Yo sí lloro, acurrucada en la cama o frente a la laptop que me muestra su imagen borrosa. Pero lloro sola, porque es una pena que no tiene cura, que por más palabras no se disipa.

Sé muy bien todo lo que me pueden decir: que esto es una prueba, que es una oportunidad para mi carrera, y tantas cosas. Lo sé muy bien y por eso estoy aquí, pero la tristeza nada me la quita y la esclavitud y devoción que ahora le tengo a esta computadora se hace cada día más fuerte, por saber de él, por escucharlo o por lo menos poder leer sus pensamientos. Sin querer esta adicción a escribir se la estoy transmitiendo sólo con la finalidad de poder contarnos la vida.

Sí, cinco meses no es nada. Pero… cómo duelen los minutos.


Tres notas - Audi

18 jul 2009

Primeras impresiones

Sobre unas lomas que se hacen llamar Las Lomas de San Andrés existen muchas casitas similares. Todas tienen el techo en forma de triángulo y están pintadas con colores diferentes pero muy recatados. Los autos que pasan por aquí son todos nuevos o casi nuevos y alrededor de las casas hay mucha vegetación. Este es un barrio residencial y aquí hay muchas casas para estudiantes. En una calle cuyo nombre todavía no recuerdo estoy yo.

Mi cuarto, que tiene poco más de un metro cuadrado no tiene más que una cama y conexión a internet, pero no se me presenta austero y tampoco incómodo. Para llegar a la universidad tengo que caminar casi unas dos cuadras y luego subir la Colina de Pony (ese es el nombre que le he puesto a una subida empinada), doblar a la izquierda y entrar a mi nuevo lugar de estudios.

Pero cuando uno viaja a otro país, también está la gente, las monedas y las palabras raras. Estas personas hablan castellano, pero en una versión más sureña que la peruana. Además, no son tan extraños como dice la mayoría de personas en Perú. Estos seres hablan cantando y se comen las “s” de las palabras. Pero me han ayudado a llamar por teléfono, a ubicar salidas en el aeropuerto y a aprender a usar las monedas y billetes. Porque aquí nadie usa 1 sol, los valores tienen más ceros.

Mi hermano dice que me han tratado bien porque no parezco peruana. Sin embargo, cuando me han preguntado de dónde soy no he tenido miedo en responder y sus rostros no han cambiado para nada. Aunque sí. Quizá estaban sorprendidos.

El hijo de los dueños de esta casa no se quedó callado. Nos dijo que él no pensaba que las peruanas fuéramos así. Por falta de confianza y por no querer parecer inquisidora no le pregunté qué significaba así. En ese momento, el padre de este chico nos dijo que él coincidía con su hijo, que los peruanos que había conocido eran muy oscuros y tenían cara de estar siempre tristes, dolidos.

El clima aquí es otro. Aunque en la capital de este país hacía mucho más frío, aquí se siente bastante aire y es helado. El agua es también casi glaciar y siempre parece que fuera a llover. Definitivamente este es un país más desarrollado porque los centros comerciales y demás lugares públicos cerrados tienen calefacción. Aunque las casas como esta conservan un aire de antigüedad porque tienen una estufa a leña.

Todavía no va a empezar la universidad, así que me quedan dos semanas para conocer este lugar. Me falta ir al centro y también recorrer con paciencia el Mall. Ah! Y Claro que me falta hacer algo. Porque en este sitio hay una reliquia peruana que no puedo dejar de ir a visitar.

La vista desde mi ventana

17 jul 2009

Cuarta Despedida: Te amo, también a la distancia

Las despedidas terminaron. Estoy en un avión, disfrutando de una copa de vino blanco, el tinto no me gusta. Sin embargo, sería incompleto comenzar a narrar todo lo que empezará a pasar a partir de ahora sin comentarles lo difícil que resulta despedirse de las personas que uno quiere.
Todos aquellos que tengan familia fuera del país o que hayan migrado a algún lugar lejos de sus conocidos, pueden corroborar lo que digo: siempre hay alguien a quien extrañar, siempre hay alguien a quien abrazar con fuerza antes de partir.

Mi sorpresa en esta ocasión fue que había más personas a quienes abrazar en el aeropuerto y se siente muy bien el saber que tus amigas te van a extrañar. Pero quien se ha llevado todas mis lágrimas es un hombre que desde hace poco menos de un año está a mi lado para hacerme feliz.
Ha sido muy fácil acostumbrarme a él y a pesar de lo que piensa, mis pensamientos lo tendrán siempre como prioridad. El choque emocional ha sido hace unas horas en el aeropuerto pero sé que todo se volverá un poco más difícil cuando me dé cuenta que pasan los días y que no lo veré dentro de mucho tiempo.

Si bien dicen que los que se quedan son quienes más extrañan, los que nos vamos, pensamos que hay muchas cosas que podríamos estar disfrutando al lado del ser amado. Nuevos paisajes, nuevos amigos, y hasta las anécdotas vergonzosas. Pero el amor es así. Lo llevas en el corazón pero no siempre lo puedes llevar de la mano.

Para ser honesta, muchos me han preguntado qué vamos a hacer ahora que él y yo estamos alejados por varios kilómetros de distancia. Creo que eso se va arreglando en el momento, pero lo importante es tener las ganas que de que resulte y las ganas de seguir conversando, de seguir estando juntos a pesar de todo.

Por mi parte, mis extensos correos ya no serán solo para mi madre, sino también para él, quien, aunque no entra mucho a internet, se verá obligado a leer cantidades de palabras impregnadas de mis pensamientos, vivencias y experiencias en este país que me espera.

A pesar de todo no me voy con tanta pena, porque sé que la pena vendrá con los días, con las ganas contenidas de verlo y de abrazarlo, de escuchar su risa y sus comentarios, de sentir el calor de sus manos. Pero así son los viajes, y las becas, tienen su lado bueno y su lado negativo. A darle buena cara a todo, ¿verdad?

P.D. Este post está lleno de pensamientos desordenados porque estamos en turbulencia. Pero todo se reduce a una sola frase: Lo voy a extrañar como no tienen idea. Chinito: Gracias por querer aguantar, diciembre llegará volando!

6 jul 2009

Pack your life!!!


Hace exactamente un año tuve que rehacer las maletas de mi madre. Ella había intentado reducir más de 40 años en exactamente 50 kilos y yo tenía que ordenar el caos que ella llamaba equipaje.

En ese momento no entendía cómo era posible que mi mamá no se decidiera en las cosas que llevaría y tampoco me imaginaba que hacer equipaje para viajes que no serán cortos no era lo mismo que para pequeños viajes de placer.

Hoy, exactamente un año después, soy yo quien hace maletas y con 20 años no tengo la menor idea de cómo meter mi vida en una valija que debe pesar 23 kilos (según LAN).

Desde que venía mi tía de la tierra de Pizarro, siempre me intrigaron sus maletas. No solo porque traían juguetes y regalitos sino porque estaban extremadamente ordenadas y se me presentaban como sombreros de magos. Las cosas salían y salían y después de horas seguían saliendo.

Al principio pensé que mis cosas no entrarían en una de esas maletas que mi mamá envió cuando programamos que fuera a visitarla. La idea de meter abrigos que quitan espacio y ropa que me ayudaría a combatir los 2 grados que me esperan, me desesperaba. Pero creo que las espiadas a las valijas de mis tías me han servido de mucho.

Algunos tips para no desperdiciar espacio son los siguientes:
Primero: Nada de cajas. Tissue, toallas higiénicas, remedios, entre otras cosas pequeñas y que normalmente vienen en caja deben ir desperdigadas por la maleta y entre la ropa.

Segundo: No doblar, enrollar. Los jeans y las chompas no deben ir dobladas en cuatro como están en los cajones, sino enrolladas cual sándwich de grifo, cual taco mexicano.

Tercero y continuando la figura del taco mexicano: poner los frascos o botellas entre las chompas. Primero se compra papel de bolitas (ese que viene con los televisores y que es muy divertido aplastar), con el papel se enrolla las botellas de perfume, los desodorantes y demás cosas frágiles. Luego se sella con masking-tape y se colocan dentro de los rollitos de ropa. (Esto parece más una receta culinaria pero es muy útil).

Cuarto: rellenar los huecos vacíos. Siempre quedan pequeños espacios entre la ropa, y dentro de los zapatos. Ahí entran las medias, chalinas, o los objetos pequeños.

Quinto: Nunca ignorar al equipaje de mano. Si las cosas al final no entran en la maleta y no representan una amenaza para los demás pasajeros del avión (como las tijeras o encendedores), se pueden poner en el equipaje de mano, que es la bolsa o mochila donde se lleva el pasaporte y los útiles de aseo y primera necesidad. Entre ellos yo cargaré una cajetilla de cigarros porque los aeropuertos me producen ganas de fumar. Cuando tenga que encenderlos, pediré una cerilla.

Atención. Las personas no entran en las maletas. Por años mis tías intentaron meterme en una, pero por más pequeña que fuera, en el aeropuerto se darían cuenta. Hoy quiero meter a alguien en una también, pero él no es ni pequeño ni pasa desapercibido.

3 jul 2009

3era Despedida: Ya no chambeo

Hace poco me he despedido de mis primeras experiencias en la vida laboral durante este año. Hay muchas cosas que la universidad no enseña y que se aprenden dentro de una oficina en una fría empresa. Y es específicamente eso lo que casi nunca se enseña. No se dice que los empleadores se aprovechan, que existe mucha gente con envidia, que algunos se aprovechan de los practicantes, entre tantas cosas.

Desde mi escasa experiencia, en mi primer trabajo he conocido como piensa un empresario y lo egoísta que puede llegar a ser. El gran nivel de importancia que le da al dinero y las argucias que emplea para literalmente correrse de sus empleados y no tener que pagarle.

En la Biblioteca Nacional, las cosas fueron un poco diferentes. Encontré personas de gran corazón y me adapté con facilidad a su sentido del humor. Pero fue increíble conocer la gran cantidad de ineptos que contrata el Estado para sus dependencias. Además tuve un encontrón con el que era mi jefe. Una persona completamente descarada que quiso pasarse de la mano con la practicante. No lo pensé dos veces cuando tuve que salirme.

Por dos meses he estado en una empresa que se hace llamar pacífica pero que no tiene nada de paz entre su equipo. Sin embargo y a pesar de todo el veneno que había entre las demás personas, el área en el que me tocó trabajar es lo único rescatable que hay de ese lugar. Felizmente, esta vez no me tocó un jefe con ganas de levantarse una practicante. La relación fue siempre horizontal entre él y el equipo y creo que entre nosotros había un clima de alegría, de unión.

No es que necesariamente vaya a extrañar el trabajo durante estos próximos cinco meses. Definitivamente eso es porque he venido haciendo cosas que me disgustan y nada que me apasione realmente. Pero agradezco todo lo que he aprendido y las personas que he conocido.

Lo peor de todo es que hay algo a lo que tengo que resignarme: voy a ser una egresada más que no tenga trabajo cuando deje la universidad. Cruda realidad.