23 ago 2008

Descubriendo fórmulas propias...

Anoche llegué a casa más temprano de lo que creí. No porque fuese realmente tarde sino porque siendo las 10, parecían casi las 12. Era una noche despejada. Luego de poner un cd en la radio y servirme una diminuta cantidad de alcohol caí en la cuenta de que tenía solo dos cigarros. Imposible bajar a comprar, estaba en pijama.

Prendí velas y un incienso anti-celebrando que ya llevaba un mes lejos de aquella mujer que respondía a mis dudas en momentos como este. Carla Bruni cantaba una canción en la que explica mediante afrancesadas metáforas lo que es la conexión entre dos personas. “Eres el bigote de mi Trotsky”, cantaba.

Y es que el amor no mueve montañas, remueve entrañas.
Hoy este será mi tema, ya que últimamente me han llegado señales que sin ponerse de acuerdo, intentan responder a la pregunta sobre la fórmula del amor.

Hace unos días conocí a una chica que estudia conmigo. Debíamos conversar porque sólo así se practica un idioma; sin embargo, en entendible español le pregunté si era casada.
- Soy divorciada, -me dijo- hace ya un año.
Resulta que pasaba de los 30 sin parecerlo y no tenía vergüenza de resumir su historia. Estuvo 14 años con el hombre que fue su esposo: seis de enamorados, uno de novios y el resto de casados.
La curiosidad invadió mi ya inquieta mente y le pregunté qué había pasado entonces.
- De novios nos llevábamos muy bien, pero cuando nos casamos, él se volvió muy reservado y habían ocasiones en las que pasábamos semanas sin hablarnos. Cuando esas semanas se convirtieron en meses, decidimos que era mejor separarnos.

What? El pequeño foquito de las ideas se encendió en mi cabeza y me sentí aliviada. Algunos aspectos de su historia me eran familiares. De esa forma llegué a la conclusión número uno: el tiempo no te asegura nada pues es cierto que nunca terminas de conocer a quien está al lado. Decisión frente a la conclusión: estoy considerando fuertemente convivir antes de casarme.
El segundo contradictorio intento de respuesta llegó gracias a la súper yanqui película Sexo en la ciudad. Carrie Bradshaw finalmente perdona a Mr. Big de un hecho casi imperdonable. Mientras salíamos del cine con rastros de haber llorado, mi fiel acompañante se cuestionaba a sí misma: ¿hasta qué punto podemos perdonar a una pareja?
- Imposible responderte, -le dije- esos límites sólo los determina uno mismo.
Conclusión número dos: a pesar de que pienso que Carrie está loca, entiendo que amar es tornarse un tanto irracional. Entonces... en ese tipo de locura cada quien se mueve como dictan los impulsos. Decisión frente a la conclusión: nunca hacer caso omiso a una duda. Recomendación: vean la película.

Así como el sexo, el amor viene con un contrato sin reglas ni restricciones generalizadas a toda una comunidad. Es cada persona quien debe saber (o al menos intuir) cuándo seguir y cuándo dejar de escribir una historia de a dos. Nada asegura el buen tiempo, no hay fórmula para ninguna clase de éxito. Sólo estamos cada uno de nosotros.

P.D. Gracias a Fresia... fue el detalle esclarecedor de aquel día. Y gracias a Nelly porque no sé qué haría sin ti.

Aquí la canción de Carla Bruni, espero la disfruten.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy linda la cancion..sabes no hay mejor consejera que tu!

Anónimo dijo...

muy linda la cancion..sabes no hay mejor consejera que tu ..gracias por todo!!

Anónimo dijo...

ke pajaaaa!! la cancion!! me gusto!