El verano pasado dicté un curso de periodismo de televisión. El primero y el básico; y de todas maneras, uno de los más difíciles de manejar ya que tienes que explicarle a los jóvenes (cuya ética no está todavía mancillada por el día a día), que a veces hacer llorar al protagonista de la noticia es la finalidad de tu trabajo.
Una clase importante son los enlaces microondas, que hoy son el pan de cada uno de mis días, o mejor dicho mi desayuno de lunes a viernes.
La adrenalina del microondas radica en que no puedes cambiar nada de lo que ocurra, hay hasta cierto punto protagonismo del reportero que debe aceptar que no puede controlarlo todo: te conectan, pruebas señal (si es que tienes suerte y tiempo) y de pronto tienes que narrar la noticia en pocos minutos y armar un show para a la vez, entretener a quien está al otro lado de la pantalla.
Por más que tú como reportero tengas el micro en la mano, debes ser consciente que estás en vivo y en
directo y que cualquier cosa puede pasar. Para ser un buen periodista hay que aceptar que a veces uno puede equivocarse o que las cosas que siempre van a salir perfectas; por culpa tuya, del coordinador de microondas, del entrevistado o de agentes exteriores.
Aquí les dejo algunos bloopers en vivo, porque los periodistas no somos perfectos aunque algunos intenten parecerlo.
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