Caminaba por el pasillo de las islas de edición del canal cuando uno de los señores de seguridad se me acerca.
- Estefany, - me dice – justo te estaba buscando.
- ¿A mí? – pregunto incrédula mientras veía con atención lo que traía él entre manos.
- Sí, acaba de llegar esto a recepción – y me entrega una caja de Rosatel.
- ¿Para mí?, debe estar bromeando.
- Sí. Es para ti. No nos dijeron de quién era pero adentro debe tener una tarjeta. – me dijo como si conociera a la perfección el sistema.
Abrí la caja y una sonrisa acabó con mi día gris.
- Si es para usted, ¿verdad? – preguntó al ver mi rostro.
Y asentí con la cabeza.
Nunca me habías enviado rosas. Y últimamente solías olvidar esa fecha en la que cumplimos un mes más de estar juntos. Pero hoy, hoy decidiste alegrar mi día. Y sí que lo conseguiste.
Casi siempre creo que estamos conectados mentalmente. Quizá sabías que era el día indicado para sorprenderme de esa manera. Y todo porque sabías que hoy estaría triste por la partida de mi mamá. Y quizá porque era 12. Y quizá porque era tu manera de agasajarme por este nuevo trabajo. O de repente no se te ocurrieron todas estas razones y como dice tu tarjeta, simplemente querías pedirme que me quedara siempre a tu lado.
Fuera como fuera, me sorprendiste en el trabajo y generaste la envidia sana de algunas compañeras y las burlas cariñosas de los chicos con los que trabajo. Pero sobretodo, hiciste que mi día cambiara por completo y me diste una razón más para seguir sintiendo ese palpitar fuerte que recorre mi cuerpo cuando pienso en ti, cuando te veo.
Lees mi mente, vida mía. Y no tienes idea de lo feliz que me hace eso.