Se acabó el 2009 y ya ha empezado un nuevo año. ¿Cuál es el motivo para que celebremos un simple cambio de día y programemos siempre pasarla de lo mejor?
Desde chica he participado en todas las cábalas que se puedan imaginar. Desde las comunes uvas, los calzones amarillos y las odiadas lentejas, hasta el ritual más extraño de encerrarse en un círculo de 12 velas e ir prendiendo una a una minutos a antes de las 12. Se podría decir que he hecho de todo en cuanto a esotéricos intentos por asegurar el año venidero.
Hubo una vez en la que escuché por televisión a una de esas seudo-brujas decir que para conseguir pareja, la primera persona que debía saludar por año nuevo debía ser del sexo opuesto. Ese año, mi hermano y yo calculamos pararnos juntos para saludarnos primero y nos dimos un fuerte abrazo deseando que ambos encontráramos alguien a quien visitar los fines de semana. Y así fue: los dos tuvimos relaciones relativamente largas.
Pero no creo que haya sido la cábala. La energía, el poder de la mente y las fuerzas con que uno le desea el bien a los demás hicieron que ambos pidiéramos por el otro y por ende se nos cumpliera a cada uno.
Cuando me tocó recibir el 2009, estaba tan relajada que olvidé por completo las características cábalas que acostumbraba ver en mi familia. Fuera de todo pronóstico, este terminó siendo un buen año con un segundo semestre inesperado. Aunque ahora me he impuesto una nueva costumbre para cada año o para cada vez que aspire algo nuevo y aquí la comparto:
En un papel deben pegar todo aquello que quisieran para el año entrante. Por ejemplo: un avión si quieren viajar, un birrete si se quieren graduar, una pareja feliz si quieren encontrar a su ser de otro planeta, un maletín de oficina si quieren encontrar trabajo, qué se yo. Peguen cosas que solo ustedes entiendan y coloquen esa hoja en un lugar donde la puedan ver todos los días. Mentalicen buenos momentos para ustedes y finalmente enciendan una vela por aquellos que aman, para que también puedan cumplir sus propios deseos. El universo y quien lo comanda se encargarán de ayudarlos en el camino.
Este año sin querer terminé mis celebraciones frente al Señor de Luren. Para que acompañe nuestro andar, el mío y el tuyo.
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