15 jun 2009

Fumando espero



¿Cómo actuar cuando sabemos que en poco tiempo las cosas van a cambiar así sea solo por un periodo corto?

En el largo (pero aparentemente corto) lapso que estamos en la tierra, esperamos muchas cosas de la vida. Cuando somos niños, anhelamos con ansias ser un poco más grandes para poder salir a jugar con los amigos; cuando somos adolescentes queremos tener algunos años más para que los cambios corporales y sentimentales desaparezcan. Y así cada etapa.

Cuando estamos en el colegio, algunos esperamos con ansias el momento para salir de aquel lugar en el que permanecimos encerrados 11 años. Con la universidad, a algunos les pasa lo mismo; quieren salir corriendo para finalmente poder volar y encontrar la ansiada independencia económica, el éxito profesional.

Hasta que creo, llega un punto en que empiezas a pensar como tu mamá y ya no quieres crecer más. Luego, escuchas innumerables veces que tu abuelo te dice que le gustaría tener tu edad pero con la experiencia de sus 70 y tantos años.

Casi todos están insatisfechos en algo con su vida.

Este post no es para pensar sobre la pregunta que todos se hacen. Aquella que tiene que ver con la felicidad. Este post es una forma de comentarles que siempre estamos esperando algo más, en cualquier ámbito de nuestras vidas. Hasta en el temible día a día.

Hoy espero con un cigarrillo en la mano la respuesta de una embajada de un país no tan amigable que me permitirá permanecer en él e inmiscuirme en sus costumbres e ideas.

Espero también y con ganas locas, el fin de mes, para poder cobrar y dejar de hacer un trabajo que no me da ningún tipo de satisfacción más allá de la económica.

Y a corto plazo espero el día jueves para tener en mis manos un aparatito que me simplificará un poco la vida.

Pero no me apresuro. Así como por años pensé que demoraría mucho en tener un laptop, hoy quedan sólo tres días para olvidarme de la lentitud de esta máquina y sus ganas de colgarse a cada instante. De igual forma y quizá en poco tiempo les contaré que ya no espero la respuesta de esa embajada, que ya no espero el verano para abrazar a quienes más extrañaré, que ya no espero que los 5 años de universitaria me sirvan de algo.

Pero mientras espero, fumo. Y cuando fumo, siempre sonrío.

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