A veces pienso que de ser una película, mi vida tendría un largo soundtrack, una canción para cada día, una canción para cada época. Hace casi una semana pude escuchar en vivo una de aquellas canciones que llevo impregnadas dentro de mí, no solo porque tienen una letra increíble acompañada de tonadas asombrosas, sino también porque me remontan a tiempos pasados.
REM estuvo en Lima. Para muchos (de mis contemporáneos) este concierto no significó nada, pero para quienes hemos crecido con sus canciones y llevamos grabada la extraña voz de Michael Stipe, fue completamente ilógico poder corear en vivo y en esta ciudad las canciones de un grupo tan legendario.
Recuerdo con especial cariño Imitation of Life. Cuando salió esta canción yo recién empezaba a ver MTV por la tele y recuerdo que el video me pareció una locura: diferentes personas congregadas alrededor de un estanque mientras el excéntrico vocalista de REM baila como un desquiciado.
Por esas épocas lo único que yo entendía de la canción era: "no one can see you cry". Eran tiempos en lo que todo el mundo me veía llorar. Pero la tonada me inyectaba ánimos. Poderosas e indescriptibles las sensaciones que pueden ocasionarnos las canciones.
¿Qué les puedo decir? Ese día me quedé sin voz y sin palabras. Ahora cada vez que vuelva a escuchar esas canciones volveré a sentir el cosquilleo de este 14 de noviembre. Gracias Rafo... quedas en la historia por el concierto.
Aquí el video de un aficionado que grabó el concierto...
Excelente la bailadita de Michael al comienzo!
20 nov 2008
11 nov 2008
Un plus de la inseguridad
Una vez leí un libro de aquellos que son de autoayuda pero no parecen. Se llamaba “Los regalos de Eykis” y trataba de una extraterrestre con complejos de socióloga que es enviada a nuestro planeta para analizarnos. Tengo que aceptar que a la mitad del libro me aburrí un poco (clásico en mí cuando leo algo de autoayuda) pero me quedó grabada una parte en la que ella comentaba que en su planeta los celos se usaban sólo para atraer a la pareja, de manera positiva, digámoslo así; puesto que estas personas no sentían celos porque les naciera; simplemente activaban este sentimiento para unirse más a su compañero.
De esto se desprenden muchas ideas. Cuántas veces no he visto y vivido situaciones en las que los celos y la inseguridad hacen que hombres y mujeres discutan y atormenten sus relaciones de pareja, convirtiéndolas en peleas constantes que sólo los dañan.
Sin embargo, hay algo que nunca se acepta cuando se piensa de a dos. La inseguridad va a estar siempre presente. El miedo hacia todo aquello negativo que pueda pasar va a ser una constante en la vida de dos personas que intentan estar juntas. Me puedes dejar por otra, te puede interesar alguien más, puedes aburrirte de mí, puedes cansarte de esperar... tantas cosas que escuchamos o que quizá tenemos en la mente.
Ni los hijos ni los años de matrimonio aseguran que dos personas permanecerán unidas. En un pequeño conteo que llevo en la cabeza, de tres parejas casadas que conozco desde niña, dos han finalizado luego de un largo tiempo de convivencia que supera mi existencia.
Pero debo dejar en claro que si viviéramos de estadísticas seríamos incapaces de arriesgar en la vida, lo que nos llevaría a no lograr nada. Creo que hay muchos factores dentro de una relación y también creo que uno de los muchos problemas puede ser también una solución.
La inseguridad frente al futuro de una pareja puede ser aquello que los impulse a renovarse día a día. Cuando nos sentimos completamente seguros de que la otra persona siempre estará allí, dejamos de prestarle atención y de mirarla con los mismos ojos enamorados e interesados; cometemos el gran pecado de dejar las cosas para después porque finalmente estamos convencidos de que mañana podremos decirle nuestros pensamientos, mañana podremos ser cariñosos, mañana podremos ser comprensivos, mañana tendremos tiempo para discutir y arreglarnos.
En ningún aspecto de la vida existe el mañana. Mañana es una palabra que usamos para referirnos a un tiempo del que no somos dueños, del que somos increíblemente ajenos porque es íntegramente abstracto: no existe, no está.
Olvidamos que el mañana puede ser todo lo contrario al presente, sólo para vivir tranquilos. Sería interesante si revertimos la situación y pensamos que al no ser dueños del futuro se nos hace más fácil amar el presente e intentar vivirlo lo mejor que se pueda.
De esto se desprenden muchas ideas. Cuántas veces no he visto y vivido situaciones en las que los celos y la inseguridad hacen que hombres y mujeres discutan y atormenten sus relaciones de pareja, convirtiéndolas en peleas constantes que sólo los dañan.
Sin embargo, hay algo que nunca se acepta cuando se piensa de a dos. La inseguridad va a estar siempre presente. El miedo hacia todo aquello negativo que pueda pasar va a ser una constante en la vida de dos personas que intentan estar juntas. Me puedes dejar por otra, te puede interesar alguien más, puedes aburrirte de mí, puedes cansarte de esperar... tantas cosas que escuchamos o que quizá tenemos en la mente.
Ni los hijos ni los años de matrimonio aseguran que dos personas permanecerán unidas. En un pequeño conteo que llevo en la cabeza, de tres parejas casadas que conozco desde niña, dos han finalizado luego de un largo tiempo de convivencia que supera mi existencia.
Pero debo dejar en claro que si viviéramos de estadísticas seríamos incapaces de arriesgar en la vida, lo que nos llevaría a no lograr nada. Creo que hay muchos factores dentro de una relación y también creo que uno de los muchos problemas puede ser también una solución.
La inseguridad frente al futuro de una pareja puede ser aquello que los impulse a renovarse día a día. Cuando nos sentimos completamente seguros de que la otra persona siempre estará allí, dejamos de prestarle atención y de mirarla con los mismos ojos enamorados e interesados; cometemos el gran pecado de dejar las cosas para después porque finalmente estamos convencidos de que mañana podremos decirle nuestros pensamientos, mañana podremos ser cariñosos, mañana podremos ser comprensivos, mañana tendremos tiempo para discutir y arreglarnos.
En ningún aspecto de la vida existe el mañana. Mañana es una palabra que usamos para referirnos a un tiempo del que no somos dueños, del que somos increíblemente ajenos porque es íntegramente abstracto: no existe, no está.
Olvidamos que el mañana puede ser todo lo contrario al presente, sólo para vivir tranquilos. Sería interesante si revertimos la situación y pensamos que al no ser dueños del futuro se nos hace más fácil amar el presente e intentar vivirlo lo mejor que se pueda.
3 nov 2008
Sobre la capacidad de entendimiento
¿Qué significa para la mayoría de personas entender? En demasiadas ocasiones he discutido esto con diferentes especimenes de la raza humana y pocas veces he llegado a un consenso. Desde hace algunos meses que ya se han encerrado en un año he confesado mi manera de pensar con respecto a la palabra “comprender”, que no es solo ponerse en los zapatos de la otra persona, es también usar sus pantalones, su ropa interior y su cuerpo.
Hasta la gente que está realmente mal de cabeza tiene una razón para ser de la forma que es. Eso no significa que todos sus actos sean justificables pero sí entendibles. Entender implica ahondar hasta en el pasado, los traumas de niño, las relaciones familiares y personales, las experiencias y los gestos. He ahí lo difícil de este verbo.
Siempre he escuchado a miles de hombres decir que las mujeres somos incomprensibles y aquella frase cliché me causa muchas sonrisas. Lo que pasa es que somos incomprendidas porque comprender a una mujer (y me atrevo a decir que a cualquier persona), es una tarea ardua y de bastante reflexión.
La clave para lograr comprender es tener las ganas de hacerlo, porque sino como amigos, hijos, padres o novios nos limitamos a escuchar sin prestar atención, y a juzgar cuando creemos conveniente.
Ojo, comprender no tiene nada que ver con estar de acuerdo o avalar situación alguna. Comprender es simplemente el primer paso para luego dar una opinión. Puedo comprender que una amiga atente contra sí misma en alguna de las tantas formas que existen para hacerlo, pero no creo que sea lo mejor.
Es tan amplio el cerebro del ser humano, pero mucho más amplio es su ser, aquello que tiene dentro y que a simple vista ignoramos porque no estamos acostumbrados a comprendernos nosotros mismos.
Hasta la gente que está realmente mal de cabeza tiene una razón para ser de la forma que es. Eso no significa que todos sus actos sean justificables pero sí entendibles. Entender implica ahondar hasta en el pasado, los traumas de niño, las relaciones familiares y personales, las experiencias y los gestos. He ahí lo difícil de este verbo.
Siempre he escuchado a miles de hombres decir que las mujeres somos incomprensibles y aquella frase cliché me causa muchas sonrisas. Lo que pasa es que somos incomprendidas porque comprender a una mujer (y me atrevo a decir que a cualquier persona), es una tarea ardua y de bastante reflexión.
La clave para lograr comprender es tener las ganas de hacerlo, porque sino como amigos, hijos, padres o novios nos limitamos a escuchar sin prestar atención, y a juzgar cuando creemos conveniente.
Ojo, comprender no tiene nada que ver con estar de acuerdo o avalar situación alguna. Comprender es simplemente el primer paso para luego dar una opinión. Puedo comprender que una amiga atente contra sí misma en alguna de las tantas formas que existen para hacerlo, pero no creo que sea lo mejor.
Es tan amplio el cerebro del ser humano, pero mucho más amplio es su ser, aquello que tiene dentro y que a simple vista ignoramos porque no estamos acostumbrados a comprendernos nosotros mismos.
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