10 sept 2008

Respuestas que saben a chocolate

Seguro han escuchado ese dicho que dice: el chocolate espeso y las cosas claras. En este momento estoy tomando chocolate, aquel que preparaba mi abuela desde tiempos ancestrales y que aprendió de su suegra, que era una mujer hermosa que cada vez que hacía su chocolate cantaba villancicos en alemán. Todavía no llego al alemán pero la receta de chocolate (que no es el de tasa que viene en tabletas) la manejo a la perfección.

El 24 de diciembre pasado, al medio día yo estaba bien afanada en terminar mi chocolate y sin querer desvié mi mirada de la olla y pude observar el efecto que causaba en mi abuelo el olor de la cocina. Él recordaba a su madre. Esta tarde recordé a mi tía cuando me comentaba que el punto perfecto del chocolate se aprecia cuando al dejar la cuchara en el medio de la tasa esta no se cae. En pocas palabras: cuando lleva una gran cantidad de maicena.

Me dispuse a pensar mientras movía la cuchara de palo. Los postres son mi pasión debido al nivel de dedicación que exigen, pero también porque absorben el estado de ánimo de quien los prepara. La preocupación empezó a invadirme cuando me di cuenta que los grumos se estaban reproduciendo dentro de la olla. ¿Qué estaba pasando? Estaba siguiendo mentalmente y paso a paso las recomendaciones de mi abuela materna; sin embargo, era mi interior el que ocasionaba el desastre culinario.

Instintivamente impulsada por la sangre y los cromosomas, me puse a cantar. Ahora disfruto de mi brillante y no-grumoso chocolate sin evitar recordar aquel increíble libro de Laura Esquivel: Como agua para Chocolate. Con cada receta la protagonista narra un episodio de su traumática vida. Quizá nuestros recorridos sean eso: una mezcla de sabores, olores y percepciones que despiertan los más variados sentimientos. Quizá la solución a ciertos cuestionamientos no esté en las cosas que hagamos sino en las sensaciones positivas y tranquilizantes que implantemos en nuestros corazones. Cada uno de nosotros es capaz de destruir sus propios grumos del alma. Como dice la famosa corriente de El Secreto: el poder de la mente todo lo puede.


Esta foto es de navidad del 2007... una mesa perfecta: alfajores, frutos secos, cuetes! y el centro de mesa es una casita totalmente comestible y totalmente de mi propiedad e inspiración...


3 comentarios:

hpereyraf dijo...

OH ... me han dado ganas de tomar chocolate! me siento chochisimo con tu post y mas aun con tu facilidad de palabra ohhh aqui hay harto talento ... me voy a dar mil vueltas en este blog ... besos mil!!! ah si sabes quien soy no? pero no se lo digas a nadie q es secretoooo

Anónimo dijo...

jaja yo tmb quiero chocolate¡¡¡¡
es la primera vez que algo que leo hace que me de hambre, ponte a pensar en que normalmente lo que nos provoca sensaciones de antojos son avisos como lo de KFC (donde muestran una crujiente pieza de pollo) o un postre en un recetario de Sandra Plevisani... pero esta vez atacaste algo más fuerte que la visión, la imaginación de la mente... mientras leía me imagine sentado al costado del árbol de navidad lleno de regalo, con un cd de villancicos en la radio, toda la familia con sus gorritos rojos, los niños desesperados por abrir los regalos, algunos cuetecillos en la calle que retumban en la sala, y con una taza de color rojo y bordes blancos que de su interior sale una aroma a chocolate recién preparado.... ya quiero q sea navidad¡¡¡¡¡¡ =D

Hugo Hurtado dijo...

Estef...amo el chocolate!!!jajajajaja. Me gusta lo que escribes y tu forma de ver las cosas, pese a que tenemos cosas en común, hay cosas en las que no concordamos. Por ejemplo, a mí no se me ocurriría escribir sobre cómo hacer un chocolate, como a ti no se te ocurriría esribir de fútbol!jajajaja. Está bien, detestamos el fútbol, lo sé, pero weno...sigue cantando estef...no lo haces mal.