6 ene 2015

El peso de una pregunta...

Como todos, a veces entro en la rutina apremiante del trabajo sin notar cuán difícil es lo que hago, sin tomar en cuenta los detalles y el nivel de profesionalismo que requiere. Estoy segura que a un ingeniero informático y hasta a un médico le puede pasar lo mismo alguna vez durante su carrera.

Pero afortunadamente, llega un momento en el que reacciono, y me encuentro con un máster, (la grabación de una nota, sin editar). Como es normal en nuestras áreas de prensa, en ocasiones los camarógrafos acuden a las comisiones sin reportero, y por ende, son ellos quienes tienen que hacer las preguntas. Muchos lo hacen bien por la experiencia, pero hay otros a los que se les pasa una pregunta, o que quizá no encuentran el tema de fondo en aquello que están cubriendo. (Y ojo, se les perdona porque su trabajo no es preguntar).

Es ahí cuando me doy cuenta que nuestra formación como periodistas es imprescindible. Saber preguntar es la clave, tanto para cubrir una comisión elaborada y abordar un trabajo de investigación sobre la malversación de fondos en una institución pública, como para afrontar una comisión más light sobre una nueva opción para las vacaciones útiles de este verano.

Ayer por ejemplo veía en casa la entrevista que le hizo Raúl Vargas a nuestro presidente...


Aproximadamente en el minuto 2 de este video, cuando charlaban sobre la relación del presidente y el hoy prófugo empresario Martín Belaúnde Lossio, ex asesor de campaña de Ollanta Humala, Raúl Vargas (por fin) hace una pregunta que tocó los nervios de su entrevistado. Ahí viene la frase del año: "tratemos de elevar el nivel de la conversación, esta es una entrevista con el Presidente de la República". Después de varias preguntas (y halagos innecesarios) sobre su gobierno, la economía y los proyectos para el país, el entrevistador logra hacer una pregunta fuerte, que si la analizamos más a fondo, igual nunca se termina de formular. 

Reflexionando sobre el tema y las preguntas, recuerdo siempre a mis alumnos cuando les pregunto (y valga la redundancia en este párrafo) qué le preguntarían al comandante de los bomberos que está al mando durante un fuerte incendio. En ese momento, la clase me queda mirando y cerca de 7 u 8 alumnos intervienen. Luego les pido que formulen preguntas para un congresista de oposición sobre el caso de Martín Belaúnde Lossio... el silencio se extiende, con suerte, de una clase de 50 asistentes, uno responderá correctamente. Es una pena... recuerdo lo importante que son las preguntas, y les hago preguntas sobre Martín Belaúnde Lossio y sus nexos con el gobierno, MBL y los delitos por los que está siendo investigado, MBL y su pedido de refugio en Bolivia. Y al final, mi clase termina siendo, igual que mi carrera, un vaivén interesante y multicolor de preguntas y respuestas.

A nivel más personal, a mi me encanta preguntar, y es algo a lo que no le tengo miedo para nada. Prefiero que piensen que soy una ignorante o ilusa a quedarme con una duda que corroe mi interior, por más simple que esta sea... como cuando estaba en la universidad y no entendía muy bien cuándo un pollito se convertía en gallo o en gallina y si se podía diferenciar desde el principio. Lo repito y lo haré un millón de veces: no me da vergüenza preguntar.

Sí creo, firmemente que hay que saber formular las preguntas e inclusive, tener un estilo propio cuando abordarmos a alguien con cuestionamientos. Ahora recuerdo la conferencia de prensa de Miguel Bosé...


¿Qué le hubieras preguntado tú, ausente lector?