Estoy pasando por un episodio de tos horroso y a pesar que ya tengo más de cinco días con antibióticos he fumado un cigarro. No. En realidad fue medio cigarro, por que si acabo uno pienso que uno es ninguno.
Para colmo de males, en unas cinco horas me voy a Huaraz, a la altura sin oxígeno, a la semana del andinismo. Andinistas sin resfrío, andinistas sin ventolín.
Acaban de abrir la puerta y por los pasos, pensé que podría ser él. No era... qué pena. Tengo frío y estoy de nuevo en cama cuando podría estar escribiendo sobre cosas más normales, más periodísticas, menos mundanas como un simple resfrío que no me deja humear.
Podría estar leyendo la famosa Carta Democrática para de una vez presentar ese artículo para esa revista internacional, pero... no me siento democrática ahora. Mi inspiración es la de un clavo y mi nivel de atención, la de un fluorescente.
Hablando de fluorescentes, ¿no les ha pasado que cuando miran por mucho tiempo uno de estos bichos del techo, de pronto aparecen muchos círculos de colores alrededor de la luz?
Ya me empezó el dolor de estómago.