10 oct 2009

¡A compartir se ha dicho!

Veamos. Leí ayer un artículo muy gráfico sobre los swingers (léase intercambio sexual de parejas) escrito por Gabriela Wiener y publicado en Etiqueta Negra.

http://etiquetanegra.com.pe/?p=280379

Este es quizá un tema tabú para muchas personas, como todavía lo es el sexo en nuestra sociedad peruana que peca de ser hipócrita porque en ciertas esferas todos se consideran muy liberales pero se sonrojan cuando una mujer habla de masturbación o eyaculación femenina.


Siempre he dicho que en temas de sexo no existe lo correcto ni lo socialmente permitido. Definir aquello que está bien no es algo que le competa a nadie porque de gustos y colores no escribieron los autores, ni siquiera la misma Alessandra Rampolla, a quien he tenido la gracia de escuchar desde que se inició en ese programa de Cosmopolitan llamado Confesiones.

Podría decir que el reportaje de Wiener tiene algunas características del nuevo nuevo periodismo, como que podría pensar que es demasiado exagerado que ella haya tenido que someterse a esa experiencia por captar la exclusiva. Pero el tema no es el periodismo ni las visiones que hay en relación a su práctica. El tema central de la historia de esta peruana radicada en Barcelona es si las parejas están dispuestas a compartir los “tesoritos” de sus parejas y dejar que su intimidad se convierta en un acto público y en un gran intercambio de cuerpos, sensaciones y hasta fluidos.

Ella comenta que su esposo aceptó acompañarla a un club swinger a pesar de que él se considera mucho menos liberal. Definitivamente la lectura es buena pero en la sétima página de esta desnuda crónica me puse a pensar si me sometería a una situación así. Mi respuesta, en definitiva, es no, pero no porque me dé vergüenza ni porque sienta que es tonto pensar que uno se puede excitar viendo a su pareja jugando con otra persona. Sino porque creo que dentro de este tema, considerado netamente sexual, está presente también la idea y el concepto abstracto que cada uno tiene de las relaciones en pareja, del amor.

Obviamente la posesión está metida en este lío y también los celos. Sin embargo muchas personas no le abren la puerta a estos sentimientos cuando de amor se trata. Algo así como Lenon y la Yoko. El amor libre del movimiento hippie y las ideas de compartir con el mundo entero. Claro que sumadas a la novedosa forma de pensar que la infidelidad sexual no hay por qué ocultarla sino es deber compartirla. En otras palabras: que ambos conozcamos el banquete que comeremos fuera de casa.

Mi curiosidad me inclina a preguntar si alguien sería capaz de abrirse a estas opciones y dejarse satisfacer por extraños al lado de quien ama. Más importante, dejar que desconocidos hagan más que rozarse con el/la compañera personal de cama. Pero como dije al principio, los peruanos se cohíben y encuentro difícil que alguien que quisiera pasar por eso lo comente. No todos tenemos los cojones de la Wiener.

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