20 jul 2011

La regla de tres


Qué motivante es el olor de la cera dentro de casa. Me he pasado el día haciendo limpieza, ordenando. Creo que es la mejor manera de hacer fluir las energías luego de las malas noticias que he recibido en esta semana. Y es que las malas noticias siempre llegan de a tres, dicen. 

Debo confesar que tras desempolvar todo, lustrar y encender velas e incienzo, me siento mejor. Pero todavía me quedan dudas y, sobretodo temores con respecto a esta regla de que las fatalidades vienen empaquetadas como los triples de pollo, que no me gustan. 

Resulta que la primera amarga novedad tiene que ver con mi vivienda, pero es soportable. La segunda gira en torno a mi situación laboral, pero ya vendrán otras oportunidades. Pero la última... esa última llegó ayer por la noche y no tiene solución alguna: alguien cercano tiene cáncer inoperable e irreparable. 

Sobre esta noticia ronda la mayor parte de mi miedo, como el buitre que espera atento el fatídico final de su presa. Cuando esta persona pase a otra vida, no dejaré de preocuparme por la regla, esa que dice que los conocidos se van de a tres. ¿Es cierta, o es solo una creencia popular? No lo sé, pero tampoco quiero saberlo. Creo que debo encender otra vela.

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