23 nov 2009

A 21 días de Perú...

El panorama que me rodea es bastante prometedor. Desde aquí, veo todas las casas del barrio donde empecé a vivir hace casi cinco meses. Inclusive diviso la carretera a Penco sin dejar de sorprenderme por todo lo que he pasado en este país del sur. Todavía no es tiempo de empezar a hablar de despedidas otra vez. Pero sí de iniciar la cantidad de reflexiones y decisiones que se vienen con mi retorno a Perú.

Ayer una persona que se ha ganado mi cariño y aprecio, comenzó a relatar porqué ella consideraba que yo había decidido hacer este viaje. Sin embargo, cuando me di cuenta, nada de lo que decía era completamente cierto.

Yo nunca vine esperando conocer Chile de norte a sur. No tuve grandes esperanzas de llegar hasta Atacama, Isla de Pascua o las Torres del Paine. Tampoco tenía como finalidad conocer mucha gente, siempre creí que eso era algo que iba a darse de todas maneras.

Algunas amigas en Lima consideraban que esto del intercambio era una locura. Que yo estaba por terminar la universidad con mis compañeros de hace cinco años y que estaba felizmente enredada en una relación mágica. ¿Por qué entonces dejar mi vida anclada un semestre para conocer otra realidad?

Cuando salió la posibilidad de viajar, nunca me cuestioné el porqué. Supe siempre que algún día llegaría la primera oportunidad y que tenía que tomarla, así significara llegar al lugar más inhóspito para un peruano. Y la tomé.

Hoy me doy cuenta que siempre supe que sería una experiencia de crecimiento personal. A ver si sola puedes volar, pajarita. Eso fue. A ver si podría administrar mi dinero y mi tiempo. A ver si era tan madura como para estar lejos de quienes valoro y seguir siendo igual de alegre.

Lo mejor que he sacado de esta experiencia es algo que yo no he notado, quizá por esa humildad convertida en inseguridad que suele caracterizarme. Quienes me han visto aquí y quienes saben las relaciones humanas que he construido me han dicho que el mayor logro es haberme hecho querer por gente completamente extraña, que me ha acogido y ahora me echará de menos. Claro que eso amerita otro post de esos sentimentalones que dejan cicatrices de llanto en el teclado de mi laptop.

En conclusión, esta ha sido una experiencia enteramente personal y medianamente académica, podría decir. Estoy satisfecha. No me arrepiento y lo volvería a hacer. Creo que todos deberían tener la oportunidad de pasar por algo así. Hay mucho de crecimiento interior, de autoconocimiento y de tolerancia que se aprende estando solo en un lugar nuevo y mucho mejor si es un lugar donde los tuyos y tu cultura no es tan bien vista.

Desde aquí veo esa casa que ha sido mi hogar. Desde aquí espero una de mis últimas clases. Desde aquí estoy de acuerdo con quienes apoyaron mi viaje, y puedo sacarle la lengua a quienes pensaron que era una locura. Soy la misma que se fue, pero quizá ahora más fortalecida, con convencimiento de causa y con la certeza de que muchas cosas que dejé sí son verdaderas, valederas.

1 comentario:

Kathy dijo...

Estoy de acuerdo contigo, en aventarte en aceptar las oportunidades que se te presenten, para mi fuiste y seras siempre una mujer muy luchadora y arriesgada, y eso es bueno! xq de ahi se pasa el trean y no hay vuelta para atras ... aqui tb tienes muchas amias y lo sabes, y bueno una en especial que te spera con los brazos abiertos ... sabia q tendrias más amistades por alla, aunq digas q no eres muy buena en conseguir amios, pues ahora mira, te haz encariñado tanto y me alegro! ... contando los dias como siempre, y deseandote de corazon que sigas asi de feliz! te amo muxisimo, mi eterna amiga.