26 oct 2009

Confesiones en primavera

Hace una semana que no hablamos con tranquilidad, como durante estos meses de lejanía lo hemos venido haciendo gracias a la maravilla del internet y el skype. La tranquilidad que siento cuando escucho tu voz es perfectamente adictiva, y me enorgullece decirlo.

Pero hoy, saturada por tu ausencia, siento que en el fondo es dañino no desahogar mi vida a tu lado. Hasta tu imagen borrosa en la pantalla me tranquiliza como no tienes idea, a pesar de que no es lo mismo que poder tomarte la mano.

Nunca te lo he confesado, pero en ocasiones miro tu foto y le cuento las cosas que pienso. Como si escribiera uno de esos largos mails que me salen cuando tengo dudas existenciales. He llegado a pelear con tu imagen sonriente en uniforme, y todo para no perder la costumbre de fingir que estoy molesta contigo, cuando sabes que casi siempre es en tono de broma.

Lo más extraño de todo es que sueño, y no como a diario suelo soñar cosas sin sentido. Tengo sueños de angustia y me levanto a cada hora a mirar el celular. Tortura que suele empezar a las cinco o seis de la mañana. Cuando estuviste aquí y te tenía a menos de 30 centímetros, dormí como nunca. No soñé, simplemente fui feliz. Aquella última noche, volví a soñar tonterías. Sabía que tenías que partir. Desde ese día continué soñando. Es como si mi subconsciente supiera que estás lejos, como si intensificara esa sensación de soledad que intento ocultar frente a los demás.

Este sábado estuve sola toda la tarde. Escribí algunas líneas y salí a fumar un cigarro, con un café claro está. Empecé a imaginar qué estarías haciendo, como si yo estuviera en mi ciudad. Esperé que salieras de clase y viajé en el tiempo, como si fuera marzo o abril.

Hoy salieron los primeros rayos de sol que anuncian la tan ansiada primavera. Por razones de trabajo periodístico estuve en una oficina, que me recordó aquella en la que trabajaba cuando empezamos a salir. Recordé la vez en que me recogiste en esa esquina, en Pizza Hut. Recordé que lo primero que me preguntaste en el taxi fue sobre mi trabajo. “Volteo notas,” te dije. No entendiste y te lo tuve que explicar. Después de un año ya entiendes todas las jergas de mi gremio y has sido testigo de lo que tengo que hacer.

Ambos sabemos que esta distancia pronto se acaba. Que tú dejarás de refugiarte en el trabajo y que yo volveré a sonreír a cabalidad. Volveremos a esa maravillosa rutina del tú y yo, y nos olvidaremos del skype al menos hasta que alguno tenga que partir para tener la oportunidad de hacernos hogar. Pero mientras sigamos separados por distancias aéreas solo me queda decirte que estás a cada minuto, a pesar de que no tengas internet y de que sea costoso usar el celular. Aunque esos minutos duelen, aunque nunca me acostumbre a tenerte lejos.

Esta canción por Charly, quien dio miles de vueltas en aquel disco que grabé para ti. Aquel disco que escuchamos tanto en el auto.

1 comentario:

Sebastian Ortiz Martínez dijo...

Me gusto mucho este post, la distancia es un prueba, felizmente, para ti y el chino falta poco. Disfruta tu viaje y disfruta extrañarlo porque cuando lo vuelvas a ver el reencuetro será más q especial.