14 dic 2009

Hasta pronto tía mía

Ayer nos tomamos un mango sour. De esos que venden embotellados aquí y que con hielo son bastante agradables. Ella tenía los ojos rojos y yo intentaba aguantarme las ganas de llorar. Nunca pensé que ganaría una tía con esta experiencia.

La tía es una mujer de cuarenta y tantos años que aparenta mucho menos. Una mujer detallista, trabajadora y por sobre todas las cosas sensible. No podría especificar cuándo empezamos a llevarnos tan bien. Pero con cada cigarro y después de varias amanecidas conversando y confesando escenas de nuestras vidas, se me hizo indispensable pasar las tardes con ella y la tristeza empezó a ser más llevadera.

A pesar de ser la perfecta ama de casa, esta mujer es una chilena guapa, de buen vestir y de actitud elegante. Tiene eso que solemos llamar clase y que como ella misma afirma no se compra en el supermercado.

Pero lo más increíble de todo es que por dentro somos bastante parecidas. Sus conclusiones, sus expectativas de los demás, su eterno intento por hacer a la gente más ubicada, más preocupada. Ella siempre está pensando lo que debe estar pensando uno y se anda preocupando si algo nos incomoda o si hemos tenido un mal día.

Como dicen en Chile, la tía es un 7, o un 20 en mi país. Conmigo no se pudo haber portado mejor y el lazo que logramos enredar en 5 meses me hace sentir una pena profunda al pensar que tan solo me quedan horas aquí.


Ya nos volveremos a ver tía, para copuchar y pelar a los demás. Para reírnos de los cabros de la pensión y para contarnos las vidas. Para tomar un pisco sour y fumar aunque sea un Kent 4. Para salir a mirar tiendas o buscar un buen restaurante y comer rico. Solo me queda agradecerle y en un par de horas estrecharnos en un abrazo y decir un hasta luego. Hasta luego…

Esta canción porque la escuché tantas veces en el auto cuando salíamos a pasear y porque siempre recordaré que ella la escuchaba cuando le dieron su primer beso.

1 comentario:

El Puma de Agua dijo...

Stef, mientras escribo este post ya debes estar volando a Lima o quizá ya aterrizaste. Lo que escribes de las despedidas me recuerda mucho lo que sentí cuando regresé de Venezuela, por esa mezcla de alegría por regresar a tu país y de tristeza irremediable por dejar a la gente paja que has conocido, pero como muy bien escribes ahora eres otra persona y definitivamente es mucho mejor. Espero nos veamos pronto.